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21 mayo, 2021
La pérdida de la diversidad biológica, junto al cambio climático, son dos de los retos ambientales más importantes que hay que abordar y solucionar en las próximas décadas. En juego está el futuro de nuestra especie y la estabilidad del planeta.
Según la ONU, la actividad humana ha alterado tres cuartos del medio ambiente terrestre y alrededor del 66% del medio marino. Un informe de la Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos, afirma que más de un millón de especies de animales y plantas están en peligro de extinción.
El sistema agroalimentario industrializado se encuentra entre las actividades humanas que más efectos negativos tienen sobre los recursos biológicos y la biodiversidad global. En las últimas décadas, según la FAO, se ha perdido más del 75% de las variedades locales, un recurso de vital importancia para la seguridad y soberanía alimentaria del planeta.
En los últimos 25 años se ha deforestado una superficie boscosa equivalente al territorio de la India, para la agricultura y la ganadería, sobre todo en selvas tropicales y subtropicales de América Latina. Este cambio de uso del suelo causa daños ambientales incalculables, por la liberación a la atmósfera de miles de millones de toneladas de CO2 y por la extinción de miles de especies todos los años, muchas de ellas antes de conocer siquiera su existencia.
La práctica del monocultivo, con una única variedad de una sola especie, en grandes extensiones de tierra, que caracteriza a la agricultura industrializada, constituye una pérdida considerable de territorios agrarios históricos, con toda la diversidad de cultivos y la flora y fauna asociada a estos cultivos.
Este modelo globalizado, además, es impensable sin la utilización de grandes cantidades de pesticidas y abonos químicos de síntesis, que alteran en gran medida los ecosistemas terrestres y marinos. Un ejemplo dramático lo constituye la desaparición de un 90 % de la población de abejas, si tenemos en cuenta que alrededor del 70% de los alimentos que consumimos a diario depende directa o indirectamente de las abejas. Otro ejemplo más evidente para los murcianos lo constituye la degradación de la laguna del Mar Menor, motivada en buena parte por los nitratos procedentes de la agricultura del entorno.
La utilización de plásticos en el modelo alimentario globalizado es otra de las causas que ponen en peligro la biodiversidad, sobre todo en el medio marino, En particular, los microplásticos, que están provocando alteraciones en los patrones de alimentación y reproducción de la fauna marina, así como su paso a los seres humanos a través de la cadena alimentaria.
Es evidente que necesitamos un cambio profundo en el modelo de producción y consumo de alimentos. La Agroecología, como ciencia para el diseño y manejo de sistemas agroalimentarios sostenibles, nos muestra el camino que deberíamos seguir. Los diferentes estilos basados en prácticas agroecológicas, apuestan por el diseño de sistemas agrarios diversificados, por la recuperación de variedades locales y razas autóctonas en peligro de extinción, promueven el uso de flora auxiliar para el control biológico de plagas y enfermedades, buscan la regeneración de suelo para mejorar su fertilidad y favorecer su biodiversidad. Estas y otras prácticas agroecológicas, unidas a la prohibición del uso de plaguicidas y fertilizantes químicos de síntesis, contribuyen en gran medida a conservar y mejorar la diversidad biológica de los agroecosistemas.
Las Naciones Unidas proclamaron, en el año 2000, el 22 de mayo como Día Internacional de la Diversidad Biológica, con la finalidad de concienciar al mundo sobre la importancia de proteger los recursos biológicos y la biodiversidad global que conforma nuestra naturaleza, tanto las diferentes especies con toda su diversidad genética, como la enorme variedad de (agro)ecosistemas que forman nuestro planeta.
Este año el slogan elegido es “Soy parte de la solución”. Nada más cierto. Con nuestro poder de decisión de compra podemos apostar por sistemas alimentarios insostenibles, que contribuyen a que se produzca la sexta extinción masiva de especies que el planeta ha sufrido en su historia; o bien por sistemas alimentarios sostenibles de base agroecológica, que apuestan por la recuperación y conservación de la biodiversidad agraria y de la flora y fauna silvestre asociada a los agroecosistemas. En nuestras manos está la decisión de ser la parte del problema o de la solución.
Firmado por José María Egea, catedrático de Botánica de la Universidad de Murcia, desde el año 2000, ha centrado toda su actividad investigadora en el campo de la Biodiversidad Agraria, la Agroecología y el Desarrollo Rural, y preside la Red de Agroecología y Desarrollo de la Región de Murcia. Artículo en colaboración con el Consejo de Agricultura Ecológica de la Región de Murcia.
Jose María Egea
Presidente de la Red de Agroecología y Desarrollo de la Región de Murcia
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